jueves, 14 de mayo de 2009

JOSÉ DE LA LUZ Y CABALLERO.


EL INTERÉS POR LA PEDAGOGÍA Y SU DESARROLLO aparece con frecuencia al trabajar con las fuentes de aquella época. El magisterio cubano se esforzó por estar al tanto de lo que acontecía en el ámbito educacional universal, pero es notorio que sólo tomó de éste lo que consideró apropiado de acuerdo con los fines de la escuela primaria; por eso mientras la teoría de Jorge Kerchensteiner no proliferó, sí hubo algunas experiencias en torno a la técnica o método de proyectos; y a partir de l915 se observan algunos atisbos de pragmatismo, pedagogía que despertó cierta actitud de reserva, de expectativa, en algunos de nuestros educadores tal vez por la procedencia estadounidense de la misma.
El profundo conocimiento de la ciencia de la educación, vinculado al amor a la infancia, fue para María Luisa Dolz (1854-1928) la base del éxito profesional de un maestro, insistiendo con razón en que para el desarrollo de la pedagogía en Cuba era necesario realizar investigaciones didácticas y psicológicas en la escuela. La preocupación de esta ejemplar maestra halló eco en Montori, quien reconoció el esfuerzo de algunos colegas para aportar datos obtenidos experimentalmente pero señaló un problema: al carecer esos trabajos de un fundamento metodológico científico, las conclusiones no ofrecían garantías. Y como que Montori fue un hombre que procuró convertir la palabra en acción, realizó investigaciones sobre "La fatiga infantil (1913) e "Ideales De los niños cubanos" (1914).las cuales enriquecieron el patrimonio pedagógico nacional. No tuvo dudas en cuanto a la urgencia de ir construyendo, según su decir, un cuerpo de doctrinas con fundamentos rigurosamente científicos. Pero la primera alusión directa a la pedagogía cubana como tal la hallé en LA DEFENSA NACIONAL Y LA ESCUELA (1932), de Ramiro Guerra (1881 - 1970)- quien también inició su labor docente durante la ocupación militar- en la cual expresó: "... si llamamos pedagogía cubana al concepto de educación que en diversas épocas han tenido los cubanos, a su modo de apreciar los problemas educativos del país, a los medios ideados para resolverlos, al ideal de educación que en cada época han concebido y han intentado realizar, es indudable que existe esa pedagogía y que pueden determinarse sus líneas generales y fijarse sus rasgos más salientes". Ya desde1920, Montori -compartiendo las posiciones de Guerra- había expresado el EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN NACIONAL, que " el antinacionalismo pedagógico debe ser perseguido sin contemplaciones de ningún género", criterio que basó en la distribución de libros extranjeros en las escuelas y a la falta de educación patriótica que se observaba en algunas escuelas privadas de carácter religioso donde enseñaban maestros extranjeros. Otro aspecto revelador de similar inquietud, refiriéndose a la necesidad imperiosa de educar al cubano para poder subsistir : "...las normas de esta educación no hay que buscarla en el extranjero ni en el perfeccionamiento de los métodos y la técnica solamente; sino en el espíritu de nuestro pueblo, ahondando en nuestras necesidades y tendencias..." (Guerra) Yo creo que, en definitiva, la historia ha demostrado que tenía razón. Y un dato interesante: el pensamiento de quien llegó a ser un historiador de prestigio no se detuvo en las anteriores reflexiones, propuso una estrategia: el análisis crítico del ideario de los grandes cubanos que estudiaron a fondo el problema de la educación serviría para echar las bases de la política pedagógica dirigida a tratar de solucionar los complejos problemas sociales existentes, por ser la escuela una institución cuya labor estaba estrechamente ligada al destino de la patria.
Una posición muy novedosa que, a mi juicio, sigue siendo digna de tener en cuenta es la que expresó Enrique José Varona (1849-1933) en el Prefacio que escribió para el Manual de Maestros en 1901:"El maestro debe saber estudiar para que sepa enseñar a estudiar. Aquí está, en su germen, todo el problema de la pedagogía", criterio que el mentor cubano reiteró en años posteriores.
LAS CATEGORÍAS PEDAGÓGICAS fueron objeto de especial interés. Los maestros sabemos que la categoría EDUCACIÓN no siempre ha sido interpretada de la misma manera, aun en una misma época histórica ... mas ¿Cómo la concibieron los educadores cuya obra he analizado? ...Manuel Valdés Rodríguez (1848-1914), en El maestro y la educación popular, expresó que la educación era la fuerza de dirección para auxiliar a la naturaleza del niño y hacerlo un ser que pensaba, sentía y decidía. Por el mismo camino, se sostuvo un criterio: la educación debía preparar a los escolares para las funciones p'ropias de la vida de adulto (Montori). A estas ideas se agregó que la educación es una trilogía en la cual se interrelacionan los intereses morales, intelectuales y físicos, incluyendo en los mismos el elemento estético (Dra. Dolz). Por su parte, Ramón Meza (1861-1911) escribió en La educación en nuestro medio social (1908), que esta categoría tenía que corresponderse con la ley del progreso y, frente a los que sostenían una posición biologicista con respecto a ésta, aseveró que " el esfuerzo mutuo, bien encaminado, no interrumpido...es lo que forma el alma nacional". En síntesis, estas concepciones representativas de las sustentadas por otros maestros, demuestran una proyección adecuada en la época en que fueron concebidas.
Sin negar el papel del medio social en la educación, aquellos educadores -que brindaron esfuerzos y talentos a la escuela pública como un bastión de defensa nacional, valoraron que una vía básica para desarrollarla era LA ENSEÑANZA , pero ¿Cómo concibieron esta categoría no menos importante que la anterior?... Selecciono a dos pedagogos por coincidir, en lo esencial, con otros colegas: la enseñanza era una faena tan complicada y difícil como noble y edificante. Enseñar era mucho más que instruir - concebida la instrucción como el conjunto de conocimientos encaminados a desarrollar el horizonte cultural de los alumnos-, porque significaba educar la mente, templar el carácter y afinar los sentimientos (Dra. Dolz). Varona, por su parte, sentenció que enseñar con amor era alumbrar, iluminar para siempre la vida; era obra puramente moral, era obra de espíritu a espíritu, de corazón a corazón.
LA SOCIEDAD Y LA ESCUELA. Si en algo hubo consenso general en el magisterio de esta etapa, fue en la necesidad de la enseñanza colectiva de los niños en una escuela que los preparara para el futuro. La escuela era una de las fuerzas vitales en que debía apoyarse el país para lograr el desarrollo social; ya en fecha tan temprana como 1900, la Dra. Dolz alertó en El campo de la lucha:"...¿Cuál es hoy el campo en que con las armas de la inteligencia hay que luchar por la reunificación de esta sociedad? Es sin duda alguna el campo de la escuela... una cuestión de vida o muerte para la existencia propia de esta sociedad...? " Sugiero al lector que reflexione sobre las siguientes palabras de Montori por la riqueza conceptual que contiene: La escuela tenía que preparar para la vida a la generación siguiente. Muy interesante la comprensión que lograron alcanzar los pedagogos de antaño sobre la sociedad y la escuela: "La mejora del medio trae como consecuencia inmediata la mejora y perfección de la escuela, y ésta a su vez va a ejercer su acción en el mejoramiento de las condiciones sociales" (Meza) y aunque reconoció este autor que la prensa, la Iglesia, la familia y otros factores incidían en la evolución de la cultura, en las ideas y sentimientos, el papel hegemónico correspondía a la escuela. Por el mismo sendero avanzó Arturo Echemendía (1880-1934) insistiendo en que sólo con el advenimiento de una nueva escuela, exenta de prejuicios y libre de rutinarismo, podía el cubano abrir el pecho a la esperanza; sus ideas al respecto coincidieron con otro contemporáneo, Miguel de Carrión (1875-1929), quien insistió en la necesidad de lograr la cooperación de la familia para que la obra civilizadora de la escuela resultara más efectiva, planteamiento indicativo del carácter histórico de este problema.
La escuela primaria debía alimentarse con la savia del deber, sin olvidar que cada paso del discípulo era un pequeño derecho que se desenvolvía (Valdés Rodríguez). Debe tenerse en cuenta que, en aquellos tiempos y en la unidad de pensamiento de aquellos maestros.-sin olvidar la enriquecedora individualidad-, el deber y el derecho, eminentemente humanos, debían marchar unidos porque ¿ qué podía significar para el escolar el uno sin el otro?... Me enorgullece una realidad: los representantes del magisterio tuvieron una misión acertada y profunda de la significación política que correspondía a la escuela pública, "esa gloriosa conquista del espíritu revolucionario, la escuela pública, debe pues ocupar el primer plano entre las preocupaciones nacionales", escribió Varona en Los Partidos políticos y la instrucción pública, y anticipándose a hechos posteriores, sentenció con acierto: "Dejarla decaer y ocupar un lugar secundario es trabajar en contra de la república".

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